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Las catas de vino se han convertido en los últimos años y muy merecidamente en eventos ideales para pasar un buen rato, disfrutar de los vinos y la gastronomía y también de la buena compañía. Así que si nunca has asistido a una cata, te animamos a que lo hagas cuanto antes y si ya sabes de qué va el tema, desde enotico te recomendamos seguir explorándolas. Para que siempre vayas preparado a una cata de vinos y goces aún más de la experiencia, hoy te hablaremos de sus diferentes fases. ¡Vamos a ello!
Las primeras impresiones cuentan: la fase visual
Algunos dicen que esta es la fase más sencilla de una cata pero lo cierto es que como todas, tiene su técnica y sus pasos a seguir. El objetivo sí que está claro: consiste en apreciar diferentes elementos de la apariencia de un vino para así deducir y determinar algunas de sus características.
Básicamente, en una cata de vinos se observará la limpidez, el color, el cuerpo y la transparencia del vino. Lo primero que se suele determinar es el aspecto general del vino, si es limpio o brillante, o por el contrario, si es más turbio o tiene sedimentos.
Luego pasaremos a examinar de qué color es, algo que además nos dará pistas sobre su edad. Normalmente y ya en nivel experto, podemos conocer los colores más habituales de un vino y asociarlos a una uva, región y edad determinada. Por ejemplo, si estamos catando un vino tinto, nos fijaremos en si este es de color teja, cereza, rubí u otros.
A continuación, nos fijaremos en qué cuerpo tiene el vino y para ello también observaremos su capa. Moveremos la copa con energía y gracias a la lágrima y su fluidez, podremos ver si es un vino ligero, con más cuerpo o más denso. Finalmente, tendremos que analizar su opacidad, que es lo que se puede ver a través del vino si por ejemplo, colocaremos un dedo detrás de la copa. De este modo, sabremos también si es un vino más o menos estructurado.
Asimismo, toda esta fase visual es muy importante para los espumosos, porque aquí es cuando se observan y valoran sus burbujitas. Las características de estas burbujas dependen de varios factores, pero en general, las pequeñas y de ascensión lenta se relacionan con un espumoso de mejor calidad que aquellos que las tienen más grandes y de ascensión rápida. Su presencia en los espumosos también nos garantiza el buen estado y correcta elaboración (segunda fermentación) de estos vinos.
Tipo de experto: Durante toda la cata de vinos o degustación, sujeta la copa de forma correcta, por su tallo, así evitarás que el contenido se caliente.
Érase un wine lover a una nariz pegado: la fase olfativa
Ahora llega el momento de oler. Este sería un paso intermedio en la cata de vinos durante el cual podremos descubrir algunos de los matices más relevantes de un vino, claves para entender su complejidad y también relacionados con su calidad. Así que, ¡nariz a punto!
Pero antes calma, porque la fase olfativa empieza con lo que se llama oler a copa parada. Con esta técnica es como diferenciaremos los denominados aromas primarios del vino, que nos darán pistas sobre la variedad y características de la uva y normalmente serán aromas frutales o vegetales.
Después empieza, ya sí, el movimiento. Se agita la copa en círculos, primero suaves, para ir destapando los olores más ocultos del vino, gracias al contacto con el oxígeno. Y será el momento, primero para los aromas secundarios, muy ligados a la fermentación, y luego, de los terciarios, también conocidos como bouquet, más conectados con la crianza y el envejecimiento del vino en botella. En este momento de la cata sí que podremos percibir infinidad de olores, que de hecho, están clasificados en diferentes familias: florales, frutales, especias, minerales, maderas y balsámicos son algunos de los más habituales.
Tip de experto: Acerca la nariz sin miedo a la copa, introduciendo e inclinando ligeramente la nariz hacia dentro de la misma. No se trata solo de percibir los olores al inhalar, sino también de analizarlos al exhalar y a su paso por boca y garganta.
La que estabas esperando: la fase gustativa
Porque no nos engañemos, esta es la fase más popular y más esperada en una cata de vinos, el momento de hacer todo aquello que asociamos con catar: probar, degustar y saborear desde la boca.
Sin embargo, aunque seguramente es la fase que más disfrutaremos, no debemos obviar una serie de recomendaciones a seguir para que nuestros sentidos capten lo mejor posible el sabor y toda la personalidad del vino degustado.
La primera recomendación para probar un vino sería empezar con pequeños sorbos, primero dejando el vino en el centro de la lengua y luego, pasándolo de forma enérgica de un lazo a otro para poder apreciar todos sus sabores. Esto se hace porque las papilas gustativas u órganos receptores del gusto se sitúan irregularmente por toda la superficie de la lengua. De los cuatro sabores básicos que podemos percibir - el dulce, el salado, el amargo y el ácido- el dulce se detecta de forma inmediata y unos segundos más tarde, identificamos los amargos. En cambio, los ácidos y los salados se perciben desde los laterales y en la parte superior de la lengua.
Lo ideal es que ninguno de los cuatro sabores principales predomine de forma muy clara sobre el otro. Cuando esto sucede, hablamos de un vino equilibrado. Aunque aquí, como sucede con los olores, podemos ir mucho más allá y encontrar un amplio espectro de sabores clasificables como frutales, vegetales, herbáceos, minerales, etc.
Durante el transcurso de la fase gustativa de la cata de vinos también se pueden apreciar otras características como la textura, el cuerpo o la viscosidad. Todo ello nos servirá para calificar un vino como suave, untuoso, astringente o carnoso, por ejemplo. Del mismo modo, aquí nos daremos cuenta también de si un vino es muy intenso o de si tiene una graduación alcohólica alta o baja.
Para terminar, otro aspecto muy importante es analizar la persistencia del vino. Decimos que un vino es de persistencia larga cuando su sabor permanece más de 10 segundos en boca o corta si permanece menos de este tiempo después de escupir o tragar. Además, decimos que la persistencia es retronasal si los aromas y sabores permanecen también en nariz.
Tip de experto: Después de nuestro pequeño sorbo inicial, es recomendable abrir e inhalar aire por la boca durante unos 15-30 segundos, y tras escupir o tragar el vino, exhalar por la nariz para apreciar lo que se llama retrogusto.
Esperamos que hayas tomado nota y te hayan quedado más claros los diferentes pasos, fases, y técnicas que componen una cata de vinos. Porque nos encantaría que no te canses nunca de practicar todo lo aprendido aquí y que cates y descubras todo lo que los vinos tienen para ofrecerte.
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